“ FE EN CRISTO ”
La fe es el lazo que nos une a Cristo. El punto de unión
con él. Nuestra adhesión voluntaria a su persona y a su misión
histórica libe radora. Es comprometernos con Cristo y con su
causa. Creer en Cristo es esforzarse en seguir sus pisadas. Es fiarse
de él; estar seguros de que nunca nos fallará. Creer es esperarlo
todo de él. Es no sentir miedo ante el futuro y la muerte, porque
sabemos que él siempre estará con nosotros. Creer es sentirse
pequeño, pero fuerte en Cristo. Creer es verle hoy presente en todos
los hombres, especialmente en los más ne necesitados y en los
más comprometidos. Creer es vivir la hermandad que nos ganó Cristo
y luchar para que cada vez seamos más auténtica mente
hermanos. Creer en Jesucristo es amarle en el prójimo, de obras y de
verdad. Es comprometerse como él en la liberación de los oprimidos.
CRISTO SE MANIFIESTA EN NUESTRA DEBILIDAD
Todo lo bueno viene de Dios
La Gracia, la Vida, al Amor verdadero, Cristo es todo.
Hemos visto que él es el Señor, el Hijo de Dios, a quien le ha sido
dado todo poder (Mateo 28,18). Todo lo bueno que se hace en el mundo
viene de Dios, aunque la gente no se dé cuenta. Él es el que da el
deseo de hacer cosas buenas y el poder de realizarlas. Todo
crecimiento en el amor, en la unidad, en la verdad o en la libertad
humana viene de él.
Nadie puede atribuirse nada, sino lo que le haya sido
dado por Dios. (Juan
3,27)
No cuentan ni el que planta ni el que riega,
sino el que obra el crecimiento,
que es Dios.
(1 Corintios 3,7)
Dios es el que produce en ustedes
tanto el querer como el actuar,
con miras a agradarle.
(Filipenses 2,13)
Es más, ni siquiera podemos acercarnos al mismo Jesús,
si no es atraídos por el Padre. Por nuestra propia cuenta no podemos
ni pronunciar su Nombre:
Nadie puede venir a mí, si no lo atrae mi Padre que
me envió. (Juan
6,44)
Nadie puede decir: “Jesús es el Señor”,sino
guiado por el Espíritu Santo.
(1 Corintios 12,3)
La grandeza de la Redención no depende de nuestros
propios méri tos:
Dios se guarda su libertad;
su plan no depende de los méritos de alguno,
sino de su propio llamado.
(Romanos 9,12).
Por todo esto se comprende que Dios tenga preferencia
por los que se sienten débiles y pequeños delante de él. Los que
tiene corazón de pobre son los elegidos por Dios para desarrollar a
través de ellos las maravillas de su Amor. Por eso Cristo llama
felices a los que se sienten pobres y necesitados de él (Mateo 5,3).
Jesucristo se manifiesta en los que aceptan la realidad de su
pequeñez y su debilidad.
Jesús prefiere a los que se sienten pequeños
Por todo esto se comprende que Dios tenga preferencia
por los que se sienten débiles y pequeños delante de él. Los que
tiene corazón de pobre son los elegidos por Dios para desarrollar a
través de ellos las maravillas de su Amor. Por eso Cristo llama
felices a los que se sienten pobres y necesitados de él (Mateo 5,3).
Jesucristo se manifiesta en los que aceptan la realidad de su
pequeñez y su debilidad.
Es de humildes reconocer nuestra pequeñez, pero sin
dejar de reco nocer y aceptar también lo mucho que Cristo ha
hecho en nosotros. Nadie puede decir que no tiene pecado, a excepción
de Jesús . Y el que diga lo contrario, vive en la mentira (1 Juan
1,8). Pero nadie puede decir tampoco que no es objeto de las
maravillas del Amor de Dios. Pero para recibir su Amor hay que
acercarse a él con la verdad en las manos: reconociendo nuestra
condición de pecadores, como Pedro en la barca (Lucas 5,8), el
capitán romano (Lucas 7,6-7) o el publicano en el templo (Lucas
18,13). En contra de toda postura de orgullo y de búsqueda de buena
fama, debemos decir con Juan el Bautista..
Es
necesario que él crezca y que yo disminuya
(Juan 3,30)
Cuando me siento débil, entonces soy fuerte
Pablo se sentía contento de sus debilidades,
precisamente porque gracias a ellas podía manifestares en él con
más claridad la fuerza de Cristo:
En cuanto a mí no me alabaré sino de mis
debilidades...
Precisamente para que no me pusiera orgulloso
después de tan extraordinarias revelaciones,
me fue clavado en la carne un aguijón,
verdadero delegado de Satanás,
para que me abofeteara.
Tres veces rogué al Señor que lo alejara de
mí, pero
me respondió: “Te basta mi gracia;
mi fuerza actúa mejor donde hay debilidad.”
Con todo gusto, pues, me alabaré de mis
debilidades, para
que habite en mí la fuerza de Cristo.
Por eso me alegro cuando me tocan
enfermedades,
humillaciones, necesidades, persecuciones y
angustias por Cristo.
Cuando me siento débil, entonces soy fuerte.
Por la gracia de Dios soy lo que soy y su
bondad para conmigo no fue inútil.
Trabajé..., pero no yo,
sino la gracia de Dios conmigo.
(1 Corintios 15,10).
Reconocer nuestra debilidad y nuestra grandeza
Si queremos que Cristo sea nuestra Vida, tenemos que
reconocer nuestra miseria y la necesidad absoluta que tenemos de él.
Ante Dios somos pobres, ciegos y desnudos(Apocalipsis 3,17). Pero sin
que ello nos de prima en anda. Dicen los obispos en el
Concilio: “Nadie por sí y por sus propias fuerzas se libera del
pecado, ni se eleva sobre sí mismo; nadie se ve enteramente libre de
su debilidad, de su soledad y de su servidumbre, sino que todos
tienen necesidad de Cristo, modelo, maestro, liberador, salvador y
redentor”. La fe en Cristo nos capacita para poder mirar de frente
nuestras debilidad y nuestra grandeza, las dos al mismo tiempo, sin
depresión ni orgullo. Aún más: la fe en Cristo enseña a estar
alegres de nuestra debilidad, pues en ella su poder se manifiesta y
la fuerza del Resucitado.
Llevamos este tesoro en vasos de barro
para que todos reconozcan la fuerza soberana
de Dios y
no parezca como cosa nuestra.
(2Corintios4,7)
Los caminos de
Dios son muy distintos a los caminos de nuestro mundo aburguesado:
Lo que los hombres tienen por grande, Dios lo
aborrece. (Lucas 16,15)
Lo que estima Dios y lo que estima nuestra sociedad de
consumo son dos cosas muy distintas. Ante Dios no vale más el que
tiene más estudios, más poder, más plata o más fama. Sino el que
con sencillez se deja llenar del Amor de Cristo, que es fuerza de
servicio y de entrega desinteresada a La
fe es algo muy importante en la vida del creyente. Recordemos que por
gracia somos salvos por medio de la fe (Efesios 2:8-9); además
sabemos que sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6). Y que
el justo vivirá por la fe (Romanos1:17)
demás. Digo,
pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre
vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe
tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe
que Dios repartió a cada uno. - Romanos 12:3
Dios
repartió a todo creyente la medida de fe el día que nació de
nuevo. Efesios 2:8-9 Porque por gracia sois salvos por medio
de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por
obras, para que nadie se gloríe. El verso 9 en la Biblia de
Jerusalén se lee así: “Pues habéis sido salvados por la
gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un
don de Dios”.
Dios
le dio a cada creyente la medida de fe, cuando alguien nace de nuevo
en ese momento la fe viene a su corazón.
Romanos
10:8-17
8
Más ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu
corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos:
9
que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en
tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo.
10
Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se
confiesa para salvación.
11
Pues la escritura dice: Todo aquel que en él creyere, no será
avergonzado.
12
Porque no hay diferencia entre judío y griego, pues el mismo que es
Señor de todos, es rico para con todos lo que le invocan; 13 porque
todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.
14
¿Cómo, pues, invocaran a aquel en el cual no han creído? ¿Y como
creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y como oirán sin haber
quien les predique?
15
¿Y como predicaran si no fueren enviados? Como esta escrito: ¡Cuan
hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian
buenas nuevas!
16
Mas no todos obedecieron al evangelio: pues Isaías dice: Señor,
¿quién ha creído a nuestro anuncio?
17
Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios.”
El
día que nos predicaron el evangelio la fe vino a nosotros para poder
recibir la vida eterna; en ese momento, cuando recibimos a Jesús
vino la fe a nosotros.
2
Tesalonicenses 3:2 y para que seamos librados de hombres perversos y
malos; porque no es de todos la fe.
Es
evidente que no todas las personas tienen la fe sino solo aquellos
que han recibido a Jesús.
El
asunto es que si ya tenemos la fe como podemos hacer para aumentarla.
En
nuestro pasaje de Romanos vemos que hay tres elementos para la fe:1.
El que da el mensaje
2.
El mensaje
3.
El Todo
creyente sabe lo que significa luchar con la fe. ¿Tengo suficiente
confianza en Dios? ¿Se hubiera sanado si yo hubiera confiado más en
Dios? ¿No me ascendieron porque me faltó fe? Si realmente confío
en Dios, ¿por qué tengo estos pensamientos inclementes? Tal vez el
apóstol Pablo se refería a este conflicto cuando usó la frase: «La
buena batalla de la fe» (1ª Timoteo 6.12). Para él, la batalla por
la fe no estaba limitada al ministerio.
Aunque las iglesias pioneras de Asia deben haber tenido muchos
conflictos con la fe, la «buena batalla» de Pablo se refiere más a
su relación total con el Señor Jesús.
Pablo
admite que la fe ha sido una batalla, una buena batalla, cuando en
los últimos momentos de su vida escribió desde la prisión,
consciente de que podrían ejecutarlo en cualquier momento.
Quizá
para nosotros sea un paso gigantesco aceptar el hecho de que existe
algo llamado «buena batalla». La presente cultura no cree que haya
mucho por lo que valga la pena luchar. Sin embargo, sí lo hay: la
fe. Nada es imposible cuando se tiene fe, aunque sea Satanás
emplea muchas estratagemas en su ataque sobre nuestra vida. Pero tal
vez le sorprenda saber que el enfoque de su ataque está dirigido
casi exclusivamente a nuestra fe. Él sabe muy bien que si puede
quitarle la efectividad a su fe, usted será ineficaz. Quiere
derrocar su fe (lea 2ª Timoteo 2.18). Satanás no será el causante
de toda su lucha por la fe. Parte de ella será por su propia
«naturaleza» humana. La fe requiere oír, tomar decisiones,
arrepentirse y aprender. Estos son retos en los que no interviene el
diablo. Como él sabe cuán difícil puede ser la «buena batalla de
la fe», procura influir con sus mentiras en nosotros. Se nos
puede engañar fácilmente, y como Satanás es ingenioso, resulta
decisivo que asimilemos la Palabra de Dios para el cultivo,
crecimiento y evaluación de nuestra fe. Nuestra fe se vivifica por
medio de su Palabra (Romanos 10.17), y con ella peleamos contra el
enemigo (Efesios 6.17). pequeña como una semilla de mostaza (Mateo
17.14–21). Tu hermano Hector Peguero.
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